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Las ideas nacen como imágenes. De hecho, podemos 'ver' las ideas. La palabra 'idea' viene del griego ειδ?α, que significa aspecto, forma o apariencia. Y, a su vez, deriva de ε?δω (eído) que significa 'yo vi'. Idear es imaginar, es representar la imagen de algo en la mente.

 

Imaginar no es lo mismo que fantasear, es una actividad cognitiva fundamental para crear. Incluso, para crear una nueva realidad. La mayor parte de las decisiones que tomamos a diario, con la influencia ineludible del inconsciente cerebral, están basadas en la imaginación: antes de decidir, 'vemos' los escenarios posibles en nuestra mente.

 

La imaginación es una forma de percibir la realidad y de elaborar los pensamientos que dan origen al diálogo interior y también es una función que colabora en la formación de la memoria y de la creatividad, que son las herramientas con las que se crean los programas mentales.

 

La imaginación, entonces, es una función cognitiva fundamental para que conviertas en realidad lo que deseás. Todo acto creativo necesita de la imaginación, pero esta no puede ser abandonada a la deriva, sin un faro que la guíe a buen puerto, que le indique con claridad aquello que se quiere conseguir. Para aprovechar la metáfora náutica, digamos que además de imaginación se necesita la voluntad de un capitán que ponga proa hacia ese puerto, y eso es el foco.

 

Tu imaginación, bien guiada, puede atravesar las situaciones que no te gustan en tu vida actual y ayudarte a generar una realidad mental nueva, para que el futuro sea como vos lo deseás. Por eso la imaginación no es fantasía: muchos estudios demuestran el poder de la imaginación en las actividades que hacemos a diario porque el cerebro humano es el único que puede manipular de forma consciente y voluntaria las representaciones mentales. Sí, la imaginación es una capacidad exclusiva de los seres humanos.

 

Con los ejercicios de programación activa del método epep, transformás tu foco de atención en una visión y la dotás de tantos elementos como tu imaginación lo permita. De ese modo, el inconsciente cerebral les otorga a las situaciones imaginarias el mismo estatus que a una experiencia real y, a la vez, las emociones que genere esa visión serán tan reales como las que tenés respecto del mundo que te rodea. Eso es posible porque la imaginación usa las mismas redes neuronales que la visión de una realidad concreta. Para el cerebro no hay diferencias entre lo que ves con tus ojos y lo que ves con la imaginación. Si vos creés que lo que imaginás es tan real como la silla en la que estás sentado o la pantalla que tenés ante tus ojos, ese órgano maravilloso que es el cerebro no podrá distinguir la diferencia entre las dos visiones. Y lo mismo sucede con las experiencias: si imaginás que hacés algo, se activarán las mismas redes neuronales que cuando esa acción se ejecuta en el mundo físico.

 

Estimular la imaginación es fundamental para crear, pero también para alcanzar nuevas metas en la vida. Cuando imaginamos se se desencadena en el cerebro un proceso múltiple, dinámico y no-lineal. Desde el punto de vista anatómico, la imaginación utiliza el área de trabajo del cerebro responsable de nuestras habilidades cognitivas. El área de trabajo comprende cuatro regiones del cerebro:

 

La corteza dorsolateral prefrontal permite o inhibe nuestros comportamientos selectivos porque controla la conducta. Está implicada en procesos cognitivos como la memoria, la atención y la planificación temporal. Además, esta parte del cerebro ubicada en la cabeza entre la frente y las sienes interviene en los sueños lúcidos, que son los sueños que pueden ser manipulados conscientemente.

 

La corteza parietal posterior se encarga de integrar la información espacial y permite ejecutar movimientos planeados. Tiene un papel muy importante en los procesos de atención. El lóbulo occipital es el centro de la visión y nos permite discriminar los movimientos y apreciar los colores.

 

El precúneo desempeña un papel central en la consciencia, la autorreflexión y la memoria. Es el que 'conecta los cables' de las otras áreas. Mantener una imagen fija en la mente activa redes neuronales en ambos hemisferios cerebrales y el precúneo es el enlace entre ellos, por eso se lo conoce como 'el ojo de la mente'.

 

Si ponés algo en tu imaginación de forma continua –palabras, una imagen–, esa representación va a influir en tu conducta porque va a modificar tu percepción de la realidad y, en consecuencia, terminará influyendo en tus decisiones. Si esas representaciones son positivas y el impacto emocional es favorable a tus deseos, las decisiones que tomes contribuirán a que logres tus propósitos. De eso se trata la tarea que tenés por delante: lograr tus propósitos.